domingo, 29 de julio de 2012

Astrid y Verónika de Linda Olsson

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ASTRID Y VERÓNIKA
de Linda Olsson
Editorial Salamandra

Un verso introduce cada capítulo y cada capítulo glosa el verso, o bien cada verso ilumina cada capítulo.
Dos mujeres en un paisaje frío y oscuro. Pero incluso en Suecia hay sol y con el sol llegan las fresas silvestres -imagen recurrente a lo largo de la novela- y el verano. El calor. Verónika huye de un pasado breve y reciente, vacía de deseos, de querencias, y con un libro por escribir en mente que descubre más arduo de lo que preveía. Astrid permanece en un presente donde el pasado proyecta una sombra sorda y muda, llevando una vida apartada y ajena al pueblo en cuyo entorno viven vecinas. Entablan una relación en la que cada cual va proyectando su dolor frente a la otra.
Cotidianeidad y naturaleza marcan un ritmo sosegado, los hechos clave de sus vidas se entrelazan en su día a día sin grandes preguntas, por necesidad de hablar, aunque también de ser escuchadas, avanzando serenamente en una amistad que les va envolviendo. El pasado es la clave de Astrid, el futuro la de Verónika. Y es en este reconocimiento donde, a la viceversa, Astrid encuentra su futuro y Verónika su pasado.
La novela empieza en primavera y, por dos veces, concluye en primavera. Para unos, estación de muerte, para otros, de vida. Con la primavera empieza la recolección. “Tal vez sea un instinto humano esta necesidad de recolectar antes de que llegue el invierno”. Y mientras, la luz, el sol, el calor, la oscuridad, la noche, el frío. Todos están fuera y también dentro. Como la propia historia que una a otra se regalan.
La figura siempre presente de la madre, más en su ausencia -principalmente dramática- que en su presencia, las relaciones familiares, el amor o su falta, avanzan al frío ritmo nórdico que describe y narra sin profundas reflexiones pero con penetrantes imágenes y sensaciones. A l@s lectores corresponde interpretar este cuadro en el que los momentos escabrosos se pintan con extrema delicadeza (el diario de la madre de Astrid, Astrid y su hija, Verónika y James...). La poesía guía y esa es la tónica del libro, la música añade matices, los colores pintan. Un lienzo con palabras.
Para quienes se dejen llevar por la curiosidad, vale la pena acercarse a algunas y algunos de estas y estos poetas citados: Karin Boyle (en realidad, el título original es un verso suyo “...déjame ahora cantarte dulces canciones...”), Edith Södergran, Erik Johan Stagnelius, etc.
 

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